La historia de la Hospitalidad de Lourdes (Francia) comenzó en 1880, cuando el Vizconde de Roissy de Sales encontrándose en la estación acudió en ayuda de un enfermo que descendía de un tren con dificultad. El enfermo buscaba a alguien que empujara su carrito hasta la gruta. El Vizconde se presentó, fue su gesto fundador que motivado únicamente por amor, suscitó y motivó a otras personas. En ese recorrido desde la estación hasta la gruta, en el trayecto, el Vizconde encontró a dos hombres del pueblo vestidos con levita y chistera, que volvían de una boda. Los dos hombres le ayudaron a empujar el carrito hasta la gruta. ¡La Hospitalidad había nacido! Y aquellos fundadores se dijeron: "Haremos como los caballeros hospitalarios de San Juan, por los enfermos en Jerusalén". El movimiento de la Hospitalidad Diocesana Orihuela-Alicante, (ya Cofradía Diocesana), asume la dinámica de organizar peregrinaciones con enfermos a Lourdes. Procurando su atención material y contribuyendo a la formación espiritual de todos los peregrinos. La peregrinación de la comunidad cristiana "está compuesta de personas que reunidas en Cristo son dirigidas por el Espíritu Santo en su peregrinación hacia el Reino del Padre, y han recibido, para proponérselo a todos el mensaje de Salvación" (GS 1). Nuestra máxima autoridad es nuestro Sr. Obispo a quien representa el Consiliario Director. Como autoridad laica, tenemos al Presidente y a la Junta de Gobierno, elegido por el Sr. Obispo a propuesta de la Asamblea Diocesana. La Hospitalidad recibe a todas las personas de buena voluntad que deseen servir, sean creyentes o no. Al cabo de dos peregrinaciones, el "hospitalario" si lo desea puede hacer su primer "compromiso" en el curso de una celebración, convirtiéndose en miembro auxiliar de la Hospitalidad Diocesana de Ntra. Sra. de Lourdes. Se le impone en esa ocasión la medalla de bronce. Dicha medalla no es una recompensa, sino una señal de mayor disponibilidad. Cuando se han realizado cuatro peregrinaciones seguidas, el hospitalario es invitado a confirmar, si lo desea, su compromiso de servir a los enfermos, consagrándose a Cristo, en la Iglesia y por medio de María, y dicen así: "Santa María, para responder mejor a tu llamada, me consagro a tu hijo Jesús por medio de tus manos. Hazme dócil a tu espíritu y por el favor de mi Fe, por la transparencia de toda mi vida, haz que yo trabaje para Ti, ayudando a los que sufren, para la reconciliación de los hombres y para la unidad de la Iglesia". Como podemos ver, ser hospitalario compromete toda una vida. "La misión de los hospitalarios es tanto más importante por que son para los enfermos los primeros rostros que ven al ir a Lourdes, y los últimos". "Los hospitalarios debemos vivir nuestro compromiso por doquier". Esta "legión de caridad" testimonia hoy día el loco amor de Dios por todos los hombres. "El secreto del hospitalario es ver a Jesús en la persona del enfermo, y al cuidarle servirle a El. El motor de la Hospitalidad son los hospitalarios, la gasolina que hace que ese motor funcione es el AMOR y sólo el amor. A Lourdes hay que ir con el espíritu de humildad que tantas veces Santa Bernardette repite "Humildad, humildad, humildad..." Y también obediencia. Una gran dosis de obediencia que fortalece la humildad, desde la forma de hacer una cama hasta los horarios y el trato con las personas enfermas en Lourdes es "otra historia". La hospitalidad es una gran familia que se comunica, donde cada persona individualmente puede comunicarse con los demás. Estas delante de una humanidad, y te desnudas de todas tus miserias, tus problemas, tus prejuicios, tus limitaciones, pero nadie te ve. Todos te dan su mejor sonrisa, te tienden una mano, te levantan y te reconocen, como lo que eres, un ser humano. En Lourdes, parece como si estuviéramos todos en un mismo barco, y todos bogáramos hacia el mismo puerto. No es el sufrimiento el que salva al mundo, sino el amor que se siente a pesar del sufrimiento.